El gran salto

Ya está aquí la Navidad... y de nuevo hacemos acopio de sentimientos y emociones en torno a la fraternidad, el amor, y todas estas cosas, si bien es cierto son hermosas y bonitas solemos recurrir a ellas solo en estas fechas.

Pero este año está siendo distinto mis muy estimados lectores. Me da la sensación de que algo está cambiando en la publicidad que acompaña a las fechas navideñas, que por cierto también son de muchas compras; esto es España, y aquí se sabe quien está en crisis por el número de décimos de lotería que compra. El que compra muchos es porque puede pagarlos, y el que no compra, o es uno de los que van en contra de la suerte o lo que es más factible, no tiene para comprar ni uno.

Volviendo a nuestro tema, me ha sorprendido el hecho de que los mayores están siendo objeto de diversas campañas publicitarias, aunque voy a centrarme en dos, por aquello del espacio y por no cansarles.

Por un lado está la campaña navideña precisamente de La Loteria, en la que una persona mayor es protagonista por completo de la misma. En algunos foros he podido leer las radicalmente opuestas opiniones al efecto. La verdad es que no termino de entenderlo, sinceramente.A algunas personas, representando a ciertas asociaciones cuya labor es encomiable, refieren que da la sensación de que la anciana que sale, Carmina, está demenciada; al ser esto así se quejan de que el seguirle la corriente, en una especie de delirio motivado por la desorientación temporal propia de una demencia, se está transmitiendo la falsa actitud que debe seguirse con estas personas. yo no digo que esto no sea así, pero tampoco podemos dejar que la sangre llegue al río... Si bien es cierto, que en el caso de que fuera una demencia, la orientación a la realidad es la intervención terapéutica más apropiada, tampoco podemos obviar la dimensión emocional que también debemos cuidar. De hecho en el anuncio los familiares quieren decirle a Carmina la verdad, pero al final se rinden al efluvio de emociones positivas que su "delirio", el cual por cierto no hace daño ni a ella misma, produce en la gente. Yo me he quedado con la gran consideración con la que todos en el pueblo tratan a Carmina. La imagen de respeto y cariño por lo que esta señora hace y dice hace muchos años que no se visibilizaba en los medios de comunicación, aunque sea con un ánimo de lucro (no olvidemos tampoco que los de la Lotería quieren recaudar dinero señores). Si se supone que está demenciada, ¿y qué?. ¿es que el trato respetuoso y afable no es previo al terapéutico?.

El otro anuncio que me ha encantado es el de una muy famosa marca de tecnología norteamericana, que se centra el poder y dominio de la situación de una persona, que por cierto es mayor de los 70, seguro. Me ha gustado muchísimo no solo que el papel central sea para este señor septuagenario, sino el empoderamiento que ostenta. Me parece muy simbólico cómo subiendo por la escalerilla del trampolín le entrega a una niña (la sociedad más joven, la del futuro) unas gafas, que simbolizan la discapacidad asociada a la edad; también me ha gustado cuando pasa junto a otra persona también mayor, que prefiere quedarse en un nivel intermedio del trampolín, mientras que él sigue subiendo sin miedo y seguro de saber lo que le espera; y cómo no, me ha encantado el momento del salto, en el que parece al principio que va a darse un trastazo de bruces contra el agua pero, de manera segura y tranquila, mueve sus miembros hasta caer de gracil forma, y que desde mi punto de vista simboliza la capacidad del mayor de ser capitán de su propio barco, que es su vida, aun creyendo el resto de la sociedad que desvaría y va a caer; el último rasgo simbólico se aprecia en la estética del resultado, cómo la chica que tiene a su lado en la tumbona de la piscina le mira con admiración, dejando entrever la virilidad de esta persona mayor, y que simbólicamente le aleja del estereotipo de decrepitud que asusta a los más jóvenes, a lo cual ayuda la sensación de cuidado de su cuerpo (depilado por cierto), más allá de dejarse llevar por los efectos nocivos, pero normales, de los años.

Me ha gustado, me ha encantado, que al final hayan anuncios protagonizados por personas mayores que sirvan para algo más que para promocionar pegamento de dentaduras, y que no se los cree nadie. Este es el camino a seguir. De esta manera, aun sabiendo que el medio es un anuncio que busca una recompensa dineraria, los mayores empiezan a transmitir su esencia, su presencia en la sociedad. Empiezan a ser "interesantes" para las marcas publicitarias, y este hecho en nuestro mundo occidental y capitalista es el trampolín para estar presente en la sociedad.

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