También lloramos
Hace años que llevo trabajando dedicado a cuidar a otras personas. Profesionalmente, a personas mayores, y personalmente a todas aquellas a las que puedo, como mejor he sabido, aunque soy consciente de que no lo he conseguido siempre. A veces, se me pasa por la cabeza, como una nube viajera atravesando la tenue luz del sol de otoño, ese pensamiento insolente y soberbio que dice aquello de que ya todo está visto, que las personas somos predecibles, para lo bueno y lo malo, que la experiencia vivida es más que suficiente para “saber” todo. Es uno de esos pensamientos que nos hacen humanos a más de siete mil millones de primates superiores, esto es imperfectos, a Dios gracias. Afortunadamente, a diario la inmanencia del sentido que acerca de la vida se nos ofrece nos trasciende, y al menos a mi me sorprende una y otra vez. En este escaso mes, transcurrido desde la ultima entrada al blog, me han ocurrido cosas muy emocionantes que han estimulado la reflexión interior. La primera...