Fabricantes de recuerdos
Este es mi último fin de semana de vacaciones. Sí, señores, en breve volveré a conectar el teléfono (es una forma de hablar, claro, porque ya solo me falta ponerle nombre al aparatejo con el que ensayo como sería la vida con un marcapasos), y a estar dispuesto para intentar resolver cuantas cuestiones, marrones y fuegos vayan saliendo, y poniendo, a mi paso, cual juego de arcade de los de mi época (de los de ahora ni los nombro, mira). Pero, contrariamente a como se supone que debería sentirme, me encuentro muy animado, la verdad. Para algunas personas la vuelta a la vida laboral se convierte en una pesadilla, hasta el punto de digerir todos los post de los amigos filósofos-meapilas del Facebook, Instagram, entre otras, y cada uno de los mensajes en cadena de whatsapp. La temática siempre es la misma: recomiendan tal o cual cosa, para poder hacer frente a la “depresión post-vacacional” (lo que es deprimente es que se tomen tan en broma algo tan serio como una depresión), de