Siempre nos quedará Lyon...

El pasado 18 y 19 de Junio la asociación para la cual tengo el inmenso placer de trabajar organizó y celebró su primer Congreso Internacional de Gerontología en la Región de Murcia. Fue todo un honor compartir el tiempo, a veces minutos escasos, con profesionales de la talla del Dr Louis Gonzalez, director médico del Hospital Gerontológico de la Notre Dame de Fourviere, en Lyon. Para unos pocos en concreto este encuentro con el gerontólogo Gonzalez fue algo más que un intercambio académico. 

Hace más de 13 años que cuando algunos pocos como yo no sabíamos donde acudir en España a aprender sobre "viejos", otro eminente geriatra, el Dr Juan Dionisio Avilés organizó un máster en Gerontología. Esto fue un antes y un depués; todo un hito en la formación de algunos pocos que como nosotros estaban hambrientos académica pero también moralmente, por acercarnos más al mundo de los ancianos. Médicos, enfermeras, psicólogas, fisioterapeutas, directores de residencias, trabajadores sociales, entre otros perfiles nis encontramos delante de un elenco variopinto pero eminente de profesionales de la geriatría. Cuando acabó el curso, la universidad que lo organizó, la Universidad de Murcia, a través de la Escuela de Negocios de Murcia, nos facilitaron la oportunidad de acudir a un etage de mes y medio en un hospital en Lyon, Notre Dame de Foruviere. Allí acudimos al final 4 compañeros, 2 enfermeras y 2 psicólogos, cada uno con su propio paquete de dudas, aunque teníamos en común lo mismo: el coraje de haber dado un paso importante en nuestra vidas. 

La acogida en Fourviere no pudo ser más entrañable, organizada y profesional. Allí, nuestro tutor fue el propio director médico del Hospital, que no era poco, el Dr Louis Gonzalez, nacido en París y con ascendencia española. En este hospital de referencia en Europa, aprendimos a familiarizarnos con términos y conceptos que van más allá de las teorías del envejecimiento. Allí supe lo que era la retrogénesis y su aplicación en los ancianos dementes avanzados; también la valoración del dolor en ancianos que no pueden comunicarse; y las ventajas y aplicaciones prácticas de la verticalización. Cuando volvimos después del espacio de tiempo de un mes y medio, aunque para nosotros pasó como una semana y media, los compañeros nos preguntaban qué técnicas habíamos aprendido, que máquinas habíamos visto, qué protocolos, etc. ¡¡Cuan ilusos!!. La mayor enseñanza de la estancia fue precisamente de índole filosófico. Vinimos con unas gafas imaginarias mediante las cuales podíamos ver a los ancianos más allá que como meros pacientes. Nos trajimos un pico con el que derribamos la barrera que en muchas ocasiones ponemos entre la persona y el paciente. Nos regalaron un catalejo que nos permitiría ver nuevas fronteras en los ancianos en estado avanzado e incurable. Todo ello por cortesía del Dr Louis Gonzalez. Como en todo dulce sueño el despertar fue bastante traumático. Cuando volvimos a nuestros respectivos trabajos, en España, nos encontramos con los muros de la indiferencia y la ignorancia, pero sobre todo con el del desdén. quien nos pensábamos nosotros que éramos para abrir nuevos caminos, sin que estos no hubieran sido abiertos por otras instituciones, universidades por ejemplo, a través de programas de investigación formales, de esos que todavía perpetúan en sus puestos a más de un jefe de departamento anclados a una beca que complemente sus honorarios. Hemos tenido que esperar ¡¡13 años!! para poder mostrar al mundo de la geriatría en Murcia que los Pirineos se derrumbaron hace muchos años. 

Pasados 13 años nos hemos vuelto a reunir los que el Lyon abrimos paso a una nueva forma de entender nuestro futuro. El maestro Louis Gonzalez es real. Prueba de ello es la foto que encabeza este artículo. contemplen la imagen del maestro, del amigo, pero sobre todo del sabio francés. En este congreso pronunció lo que yo considero una frase lapidaria: "los que dedicamos nuestra vida profesional al cuidado de los ancianos deberíamos procurar hacer honor a nuestra formación. no podemos quedarnos en meros tecnócratas de nuestra disciplina. Tenemos la obligación de ser inteligentes, de ser sabios cada día un poco más. Debemos acercarnos a las Humanidades como eje de nuestra tarea. Si alardeamos de trabajar para mejorar la vida de las personas no hay entonces otro camino". ¡¡¡Que grande!!!.

La espera ha merecido la pena. Cuando las puertas de la incomprensión y del corporativismo se nos cerraban en las narices durante estos pasados 13 años solo nos quedaba una consigna: SIEMPRE NOS QUEDARÁ LYON.

Ahí queda eso...

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