Envejecimiento y discapacidad y viceversa, según Bismarck

Hace tiempo que tengo ganas de hablar de la relación entre envejecimiento y discapacidad. Cuando he pensado en ponerme a escribir, me he encontrado con una situación un tanto paradójica, que aparece al no haber límites claros entre una cosa y otra.
Por un lado, debemos entender que si bien es cierto que se puede envejecer con un muy buen estado de salud, la ausencia de enfermedad por sí misma no es sinónimo de discapacidad, pero tampoco de la ausencia de esta. A partir de los 40 años, más o menos, empieza a aparecer cierta presbicia, que nos lleva a la mayoría de los que ya hemos superado este límite temporal, a utilizar gafas para leer, por ejemplo. Más adelante comenzará para otros los problemas de agudeza auditiva, llevándoles a utilizar audífonos para poder relacionarse adecuadamente con sus semejantes y el entorno que nos rodea. También puede aparecer una diabetes tipo 2 a partir de la madurez, sobre todo ligada a ciertos hábitos de vida no saludables, como el sedentarismo y el consumo de azúcares, entre otros.

Esto nos puede suponer a su vez, complicaciones posteriores del tipo nefropatías, o retonopatías, que vendrían a hacer más difícil el funcionamiento renal y el ocular; en definitiva, el funcionamiento de todos aquellos órganos cuya vascularización sea capilar y esencial, como el cerebro y el corazón (cerca de la mitad de los diabéticos mal controlados mueren por causas de etiología cardíaca). También podríamos hablar de la Hipertensión Arterial (HTA), que sumada a otros hábitos no saludables, como el citado sedentarismo y el consumo de grasas, sobre todo saturadas, que produzcan más placas de ateroma de lo habitual, pueden producir demencias vasculares a medio y largo plazo, y tromboembolismos en órganos vitales como el corazón, cerebro y pulmones. Sin ser tan "patológico" en nuestra visión del envejecimiento podemos adelantar que muchos de nosotros, si llegamos a "viejos", tendremos ciertos problemas para tener la misma capacidad física, e incluso funcional, que con 30, 40 o 50 años. Este deterioro de la capacidad ¿no servía para definir la discapacidad?. Si hiciéramos un silogismo, que entiendo como lógico, podríamos afirmar que el envejecimiento saludable o no, va ligado a una discapacidad, mayor o menor. Entonces ¿porqué mañana mismo no solicitamos el grado de minusvalía (todavía lo llaman así) para algunos de nuestros mayores?.

El tema es que cuando algunas veces hemos planteado esta cuestión siempre nos han dicho que no merece la pena gastar tiempo y papel porque nunca se la reconocerán. En estos casos la salida es solicitar "la dependencia", para poder optar a un centro de día o una residencia o la teleasistencia. No queda entonces más que asumir que la discapacidad solo se reconoce en personas jóvenes por causas sobrevenidas. Esto no es sostenible amigos/as. El envejecimiento es una situación vital sobrevenida, como lo es el nacimiento para un feto, o la adolescencia para un niño, o la madurez para un adulto, o el envejecimiento para un adulto. ¿Qué parece que nos lleva a hacer este tipo de "discriminación"?. Pues a mi entender lo mismo que llevó a Bismarck, allá por el cambio de siglo del XIX al XX a implantar en Alemania la pensión por jubilación a los 65 años. Claro, por aquel entonces la esperanza de vida, estaba muy por debajo de esa edad, por lo que el pegote que se marco el germano no fue pequeño. Sin embargo ahora la edad de jubilación se plantea a más edad de los 65 años, no porque no se merezcan las personas un descanso laboral, sino porque el pago de las pensiones es inasumible. Caramba, la que lió Bismarck. Ahora, que las personas mayores suponen un porcentaje elevado de la población total, y que va en aumento, empieza a aparecer paradojas como la de Bismarck. Nadie pensaba que se iba a llegar a la edad que se está llegando. Pero atense los cinturones…hace unos días leí que al ritmo que va el progreso científico relacionado con la salud, es posible que nuestros hijos nacidos desde hace 5 años en adelante vivan ¡¡¡ hasta los 106 años !!!. Si Bismarck levantara la cabeza… 

Por otro lado, tenemos a personas con discapacidad intelectual, como es el síndrome de Down, que gracias a las mejoras en los cuidados están duplicando la esperanza de vida en tan solo 15 años. De morir a una edad media de 31 años, la esperanza se ha prolongado en la actualidad hasta los 62 años. Pero no solo la edad per se es un dato muy interesante. Estas personas tienen una enfermedad, derivada de una alteración genética (la trisomia del cromosoma 21), que les va a producir un deterioro cognitivo compatible con la enfermedad de Alzheimer. Por si alguien no lo sabe, muchas investigaciones que se centran en cómo afecta la atrofia cortical a los humanos se hacen observando a personas con Down, pues las lesiones cerebrales que aparecen con el tiempo se asemejan enormemente a las del Alzheimer.

Muchos de ellos, tienen los mismos problemas de memoria, cálculo, lenguaje, etc que los ancianos que perecen demencia tipo Alzhemier, pero con menos de 60 años. Hace poco tiempo, me contó una amiga que trabaja en una de las asociaciones que tan excelentemente cuidan a sus "chicos" con discapacidad intelectual, que observando como las capacidades cognitivas de uno de ellos, con 58 años, iba en aumento, decidieron llevarlo a un especialista en enfermedades de ancianos, al geriatra. Tenían la esperanza de que le prescribieran algún fármaco que le ayudara un tiempo en el desempeño de sus funciones. Hasta aquí todo bien… hasta que me cuenta, no sin cierto malestar en el tono, que cuando fueron a la consulta el especialista les dijo muy cortésmente que solo veía a personas ancianas, es decir, según este "profesional" mayores de 60 años. Que pena. Tanto camino recorrido para cuidarles bien, para que disfruten de la vida cada día más, para que tengan un papel visible en nuestra hipócrita sociedad, todo ello para que en los últimos tramos alguien les diga que no tienen derecho a una prestación sanitaria, a un servicio sanitario de consulta.
En definitiva, ancianos que nos les reconocen su estatuto de discapacitados, y discapacitados a los que no que les reconocen su estatuto de ancianos. Algo falla.
Esta vez, querido amigo Juanjo, la solución no la voy a dar yo porque creo que todos/as la podéis intuir sin esfuerzo. 
El problema para algunos no son los pacientes, sino el coste de atenderles. Sin palabras. Maldito Bismarck…abriste las puertas del infierno.

Ahí queda eso...

Comentarios

  1. En qué momento nos hemos deshumanizado!!!
    Es muy triste ver cómo es más importante tener una cuenta llena de dinero que nunca se podrá llegar a gastar, a dar una parte de nuestro tiempo, sabiduría, paciencia, generosidad .... en beneficio a aquellos más necesitados e indefensos.

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