Si no fuera por Juan...

La verdad es que, sin que sirva de precedente, por fin voy a hacer una entrada con aire positivo. Aunque parezca mentira, la responsable ha sido la Agencia Tributaria de nuestro Gobierno con el anuncio de la campaña de la Renta 2016.
Si no lo habéis visto todavía os recomiendo que lo hagáis. Lo ponen en la televisión, y también hay banners en los periódicos digitales.
La cuestión es que el protagonista es Juan. Es una persona mayor que, al parecer, es la responsable de que Ana, mucho más joven, pueda ir a trabajar cada día, y que esta ayude a una tal Cristina o algo así. Qué cierto, por una vez, es esto. Así empieza una cadena de acontecimientos que sigue y finaliza con la utilización de diversos servicios públicos.
Aparentemente, esto podría ser la típica campaña de "Hacienda somos todos" tan manida en otros tiempos, no tan lejanos por cierto. Pero si hacemos un pequeño esfuerzo podemos sacar más información de la que parece.
 
Juan me recuerda a otras tantas personas mayores que, actualmente, ayudan en el día a día a sus hijos a salir adelante, e incluso a mantener y educar a los hijos de sus hijos. Me evoca en especial a una persona que conozco muy de cerca. Esta tiene 64 años. Por su edad ya cumpliría los requisitos mínimos legales para entrar en una residencia de Murcia, si le hiciera falta. María (no es su verdadero nombre, como es lógico) trabaja limpiando casas desde las 7:30 hasta las 18:00, más o menos, parando para descansar una hora, más o menos, claro. A veces también trabaja los domingos limpiando un bar de copas, recogiendo vómitos y suciedades urinarias y fecales de los baños, como también los hay en otro cualquiera de sus características. Alguien tiene que hacerlo. Se paga su propia cartilla de cotización a la Seguridad Social. Doscientos y pico euros. Es viuda. Tiene una pensión de viudedad que no llega a los 650 euros. También tiene una hija con enfermedad mental severa que le impide hacer su vida sin alguien que supervise desde lo que come hasta los hábitos de higiene personal. Por la hija recibe algo más de 400 euros. La hija se gasta mensualmente en tabaco y alcohol casi lo que ganan las dos juntas. Por eso necesita trabajar. También por la hipoteca abusiva de 400 euros que tiene que pagar ella sola. Tiene un Hallux Valgus (un juanete de toda la vida, para los profanos), desde hace años, que le dificulta hasta el caminar, lo que ha ido provocando con el paso de los años malformaciones en los dos pies que le produce intensos y permanentes dolores. El comprarse zapatos baratos de mercadillo a 5 euros los pares sueltos, de plástico, no ha ayudado mucho. Hace unos 10 meses otra hija volvió a casa. Vino con lo que María más quiere en su vida, sus dos nietecitas, de dos y cinco años. La hija está con depresión porque el marido y ella perdieron el trabajo, se les acabó el paro, la ayuda del ayuntamiento, y ya solo les quedaba ir a Cáritas. El marido se largó. Ahora María tiene a dos enfermas mentales en casa, y dos niñas pequeñas más… El tercer hijo, se casó hace unas semanas. Trabaja como una mula, por cierto, en lo que le sale: camarero, en la huerta de otros, intentando que algunos se cambien de compañía de teléfonos por otra más abusiva pero con mejor prensa, etc. Total para cobrar unos 900 euros mensuales. La novia del hijo trabaja en una peluquería. Gana, no llega a los 900. Pero se quieren, se quieren mucho. Por eso, a pesar de la crisis, van a casarse. Una boda modesta y preciosa, probablemente porque al eliminar las parafernalias y excesos a los que nos hemos malacostumbrado en estos últimos años, solo había amor y amistad. Lo sé porque estaba allí, con ellos. La mañana de la boda, ví a María un par de horas antes de la ceremonia. -¿donde vas María?-. Le pregunté con cara de sorpresa. -¿qué haces que no estás vestida ya o en la peluquería?-. María me miró y sonrió, y luego añadió: -Vengo de una casa, de limpiar. La mujer se enfada si no voy cada sábado, y no puedo prescindir de este trabajo-. María, es una campeona. Madre y abuela. Cabeza de familia y viuda. Pero esto no debería ser así. En los albores de una jubilación más que merecida, el horizonte de la vida de María viene acompañado de más trabajo y sufrimiento personal. Como María hay muchos mayores en nuestra sociedad. En todos los niveles del espectro de la implicación con su familia. Desde los que lo hacen con la mera visita a sus nietos, o la comida semanal en casa acompañados de su familia, hasta la más enorme de las miserias, dejando de comer para dar el sustento a sus nietos (como la de otro anuncio de la tele que pusieron muy pocas veces). Entremedias, hay diferentes y diversos casos. Los que les están pagando la carrera a los nietos, porque de lo contrario no tendrían ninguna oportunidad de estudiar. También están los que han recogido de nuevo a los hijos y nietos, como María, manteniéndoles, ya que el dinero que ganan los hijos es para pagar una hipoteca de un piso que les han embargado.

Cuando vi el anuncio pensé: "por fin alguien ha caído en el papel que están haciendo nuestros mayores en la sociedad". Hasta que terminé de ver el anuncio. Por lo visto, gracias a Juan, una tal Ana puede llevar a sus hijos al cole, o algo así, y de esta manera su marido puede llevar a sus hijos al médico del servicio público de salud; y esto para que Ana o Cristina, no recuerdo bien, puedan trabajar, y cotizar para que puedan haber servicios públicos y...PENSIONES para Juan. Que fuerte. O sea, que si no fuera por Juan, Juan no tendría pensión. Este es el mensaje que nos transmiten. Que todos debemos colaborar. Pero ¿también los mayores que han vivido la postguerra?¿aquellos que se hartaron a trabajar SIN QUE NADIE COTIZARA POR ELLOS?. Mi trabajo me permite estar cerca de los testimonios de mayores de aquella época. 14 horas de trabajo ininterrumpidas, de lunes a domingo. Mujeres que daban a luz entre fardos de esparto calientes, porque no sabían la fecha exacta del parto, ni podían permitirse, porque no existía, una baja por riesgo. Mujeres como María, que deben todavía pagarse ellas mismas una cartilla porque sus muchas "jefas" no quieren darle de alta. Y todo para luego tener una pensión no contributiva, en el mejor de los casos. Víctimas de una época triste y negra de nuestro malquerido país. Después de años de esfuerzo a cambio de pensiones mínimas, que son las primeras en congelarse cuando los números no salen, o que cuando suben lo hacen paupérrimamente, nuestra sociedad se lo devuelve con el co-pago sanitario, y si eres dependiente y aspiras a tener un servicio "¿público?" también con el co-pago de dependencia.

Esta no es una cuestión única de un gobierno particular, ideológicamente hablando, sino de la Sociedad que ha votado durante los últimos 20-25 años a gobiernos que por lo visto venden grandes avances sociales, que todavía no han llegado a la generación de la postguerra y la de sus hijos. Debemos ser sensibles a esta cuestión. Nuestros mayores, nuestros padres y abuelos, ya han hecho todo lo posible por nosotros. Exigirles más, cómo estamos haciendo, es pedirles lo imposible. Debemos procurar que sus años restantes sean de descanso. Merecido y justo, como poco. Ellos y ellas no son personas de las que se hacen visibles en manifestaciones. Interiorizaron a base de miedo y palos el no pronunciarse públicamente en contra del orden establecido. Nuestra sociedad, formada por sus hijos y nietos, debe ayudarles a hacer visible una situación insostenible.

Y al final hablamos de Juan. La Agencia Tributaria, el Estado, nuestro Estado, le pide a Juan ya  quienes este representa un esfuerzo. Si no fuera por Juan, Juan no tendría pensión...tampoco.
Ahí queda eso...

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