¿Quien cuida de nuestros mayores?
Hace tiempo que no me dirijo a vosotros/as. Estaba intentando no caer en la tentación de ser negativo, pero es que viendo las noticias de la televisión y los periódicos poco margen hay. En la últimas semanas he sido conocedor de que en una ciudad de nuestro país un nieto tenía a su abuela presa en su casa, encerrada bajo llave. Esto fue así durante dos días, hasta que la pobre mujer por necesidad, de comer y beber, se puso a pedir auxilio por la ventana. Todavía estaban buscando al nieto cuando los periodistas publicaron la noticia. Por otro lado, abrimos esta semana con la noticia de que más de 750 ancianos en Cataluña habían sido engañados por unos delincuentes que, bajo el paraguas de diferentes empresas, no ejercían actividad alguna y se habían quedado con el dinero de sus servicios. Estas empresas estaban haciendo esto por la concesión de dichos servicios por la Administración pública catalana. Desde Agosto, los ancianos estaban siendo abandonados a su suerte, sin que nadie se hubiera percatado de ello. Solo algunas familias, las que han denunciado. Para cerrar el círculo, ayer mismo nos enterábamos de que en Chiclana (Cádiz) el médico y seis enfermeras de una residencia estaban siendo investigados por presunta negligencia, teniendo como consecuencia la muerte de una anciana. Terrible, triste, indignante, son los calificativos que me vienen a la mente, y a la boca.
La cuestión llegados a este punto, no es tanto el nieto, las empresas, o los servicios sanitarios de una residencia. En mi opinión, la clave radica en el papel de todos nosotros ante estos casos. Recordemos que la sociedad somos precisamente todos nosotros, juntos, más o menos. La manera de vigilar ante situaciones de especial vulnerabilidad como es el caso de personas mayores dependientes es competencia de la articulación legal de la sociedad, esto es el Estado, con mayúscula. ¿que está fallando para que sigan saliendo estas noticias y nadie se sorprenda?. Si en lugar de ser una anciano, si fuera por ejemplo un niño, el discurso seguro que sería muy diferente. ¿un niño encerrado en casa solo por sus padres?¿más de 700 niños sin que nadie les atienda en sus casas?¿un niño muerto en una guardería por discrepancias entre los padres y los profesores?. No hay lugar a la discusión.
Por centrar el tema, voy a detenerme un poco más en el caso de Chiclana. Mayormente, por alusiones al trabajar en residencias de mayores, y ser enfermero, más que por otra cosa. Lo que se dice en prensa, escrita y televisiva, es que los médicos del hospital de referencia recomendaron un tratamiento, y por lo visto el médico y las enfermeras de la residencia no lo siguieron. El problema fue la descoordinación, la falta de organización entre los diferentes servicios sanitarios, más que el incumplimiento por parte de médicos y enfermeras de las residencias. ¿Desde cuando una residencia forma parte de la cartera de servicios de las Consejerías de Sanidad?¿Donde vienen reflejados los servicios sanitarios que deben prestar y por ende de los que deben responder ante la Ley?. Esta cuestión es más importante de lo que nos podemos imaginar. Actualmente, se da la circunstancia de que los médicos y enfermeras de los centros de Salud son los titulares, los de referencia, de los pacientes mayores que viven en una casa muy grande, la residencia. Pero claro, lo que ocurre es que son muy pocos los que van a la residencia a ver a sus pacientes enfermos. "Eso es cosa vuestra, de las residencias", nos suelen decir algunos médicos y enfermeras a veces cuando nos ponemos pesados con este tema.
Aunque ya he hablado hartamente de esto, lo de Chiclana es el ejemplo de lo que puede pasar más a menudo y en otros muchos sitios si no se pone remedio a esta situación. Muy frecuentemente, por ejemplo, los pacientes ancianos ingresados en el hospital por fractura de cadera, cuyos médicos son conocedores de que viven en una residencia, son dados de alta antes que otros ancianos que no viven en estos lugares. Te los envían casi siempre sin recomendaciones de rehabilitación, ni de interconsulta al médico rehabilitador para que inicien las sesiones que les pueden ayudar a volver a caminar. Claro, en las residencias tenemos fisioterapeuta. Por lo visto, y sin saberlo, formamos parte de los recursos humanos de la Administración sanitaria para recuperar las vidas de personas que dieron las suyas por nosotros. Hace algunos años, por aquello del ¿y si cuela? muy dado en nuestro país, los decretos que regulaban el funcionamiento de las residencias y centros de día empezaron a incorporar las figuras de los médicos y enfermeras. Esto fue en casi todo el país. Esta manía ibérica de trabajar lo menos posible, sobre todo de ciertos técnicos en las consejerías, hizo que el primer decreto que salió en una consejería en este sentido, mal, pobre, rozando la ilegalidad, fuera copiado descaradamente por el resto de comunidades autónomas, una tras otra, sin preguntarse si aquello estaba bien o no. Solo muy recientemente, en Castilla y León ha salido una norma que revisa el funcionamiento de estos recursos, recordando que ciertos servicios, independientemente del lugar donde se den, son un derecho de los ciudadanos. Entre estos derechos está el acceso a la sanidad pública. Los profesionales que en esta trabajan no pueden, por tanto, dejar de lado su responsabilidad de atender a una persona mayor, aun sabiendo que en la residencia donde vive hay médico y enfermeras. Es como si a mi por ir a una clínica privada de mi pueblo a que me vea un especialista, para no esperar entre 4 y 6 meses mayormente, se me negara la atención por el sistema nacional de salud. Para colmo, y prueba, esto lo tienen claro los del 112, o los de los Servicios de Urgencia de Atención Primaria, o los especialistas de consultas externas de los hospitales. Estén o no en una residencia son atendidos, sin discusión, faltaría más. Entonces ¿que pasa con las estancias hospitalarias y con atención primaria de salud?. La respuesta es fácil: no hay nadie que se encargue de supervisar esto; no hay quien cuando se sepa de estas situaciones, que ya os digo yo que lo saben muy bien, se encargue de inspeccionar y sancionar a determinados "vergüenzas de la profesión".
Los médicos y enfermeras de las residencias desempeñan funciones que en ningún caso pueden sustituir a las de los servicios públicos de salud. Muchos de estos profesionales deben asumir funciones precisamente por negligencia, por dejación voluntaria de funciones, de los que se suponen son nuestros compañeros del hospital y del centro de salud. Supervisar los menús, preparar la medicación, o tomar las constantes son las funciones habituales que reflejan transversalmente las normas legales que regulan el funcionamiento de estos establecimientos residenciales. Pero no más. Entonces, por mi parte queda claro que los compañeros de la residencia de Chiclana se han podido equivocar, y si ha sido así deberán pagar ante la Ley en su justa medida. Pero, ante un paciente en el que está en juego la amputación de un miembro, creo que la responsabilidad no puede recaer exclusivamente sobre un médico con medios limitados. Creo que debería ser compartida, en su justa medida, por el especialista del hospital que, delegando sus funciones en un compañero que no figura en la cartera de servicios sanitarios de su comunidad, dio lugar al no seguimiento necesario de una paciente crítica. La paciente no era del médico de la residencia, sino del médico del hospital que la devolvió, no se si antes de tiempo o no, a la residencia. Lo fácil es cerrar la residencia, "linchar" públicamente a compañeros/as que se ganan el pan haciendo cosas que otros compañeros no quieren hacer porque no les da la gana.
Aunque ya he hablado hartamente de esto, lo de Chiclana es el ejemplo de lo que puede pasar más a menudo y en otros muchos sitios si no se pone remedio a esta situación. Muy frecuentemente, por ejemplo, los pacientes ancianos ingresados en el hospital por fractura de cadera, cuyos médicos son conocedores de que viven en una residencia, son dados de alta antes que otros ancianos que no viven en estos lugares. Te los envían casi siempre sin recomendaciones de rehabilitación, ni de interconsulta al médico rehabilitador para que inicien las sesiones que les pueden ayudar a volver a caminar. Claro, en las residencias tenemos fisioterapeuta. Por lo visto, y sin saberlo, formamos parte de los recursos humanos de la Administración sanitaria para recuperar las vidas de personas que dieron las suyas por nosotros. Hace algunos años, por aquello del ¿y si cuela? muy dado en nuestro país, los decretos que regulaban el funcionamiento de las residencias y centros de día empezaron a incorporar las figuras de los médicos y enfermeras. Esto fue en casi todo el país. Esta manía ibérica de trabajar lo menos posible, sobre todo de ciertos técnicos en las consejerías, hizo que el primer decreto que salió en una consejería en este sentido, mal, pobre, rozando la ilegalidad, fuera copiado descaradamente por el resto de comunidades autónomas, una tras otra, sin preguntarse si aquello estaba bien o no. Solo muy recientemente, en Castilla y León ha salido una norma que revisa el funcionamiento de estos recursos, recordando que ciertos servicios, independientemente del lugar donde se den, son un derecho de los ciudadanos. Entre estos derechos está el acceso a la sanidad pública. Los profesionales que en esta trabajan no pueden, por tanto, dejar de lado su responsabilidad de atender a una persona mayor, aun sabiendo que en la residencia donde vive hay médico y enfermeras. Es como si a mi por ir a una clínica privada de mi pueblo a que me vea un especialista, para no esperar entre 4 y 6 meses mayormente, se me negara la atención por el sistema nacional de salud. Para colmo, y prueba, esto lo tienen claro los del 112, o los de los Servicios de Urgencia de Atención Primaria, o los especialistas de consultas externas de los hospitales. Estén o no en una residencia son atendidos, sin discusión, faltaría más. Entonces ¿que pasa con las estancias hospitalarias y con atención primaria de salud?. La respuesta es fácil: no hay nadie que se encargue de supervisar esto; no hay quien cuando se sepa de estas situaciones, que ya os digo yo que lo saben muy bien, se encargue de inspeccionar y sancionar a determinados "vergüenzas de la profesión".
Los médicos y enfermeras de las residencias desempeñan funciones que en ningún caso pueden sustituir a las de los servicios públicos de salud. Muchos de estos profesionales deben asumir funciones precisamente por negligencia, por dejación voluntaria de funciones, de los que se suponen son nuestros compañeros del hospital y del centro de salud. Supervisar los menús, preparar la medicación, o tomar las constantes son las funciones habituales que reflejan transversalmente las normas legales que regulan el funcionamiento de estos establecimientos residenciales. Pero no más. Entonces, por mi parte queda claro que los compañeros de la residencia de Chiclana se han podido equivocar, y si ha sido así deberán pagar ante la Ley en su justa medida. Pero, ante un paciente en el que está en juego la amputación de un miembro, creo que la responsabilidad no puede recaer exclusivamente sobre un médico con medios limitados. Creo que debería ser compartida, en su justa medida, por el especialista del hospital que, delegando sus funciones en un compañero que no figura en la cartera de servicios sanitarios de su comunidad, dio lugar al no seguimiento necesario de una paciente crítica. La paciente no era del médico de la residencia, sino del médico del hospital que la devolvió, no se si antes de tiempo o no, a la residencia. Lo fácil es cerrar la residencia, "linchar" públicamente a compañeros/as que se ganan el pan haciendo cosas que otros compañeros no quieren hacer porque no les da la gana.
Esta misma reflexión la podemos llevar a los servicios sociales catalanes, que después de licitar contratos que suman cifras astronómicas (el periódico hablaba de más de 35 millones de euros), no pusieron los mecanismos necesarios y suficientes, para comprobar que efectivamente se estaba haciendo por lo que se estaba pagando. ¿Es la culpa exclusivamente de los sinvergüenzas que estafaron a la Administración?. Claro, pero solo en parte. La otra parte es de la Administración. Esa Administración que se encuentra resarcida con que la justicia haga pagar a los delincuentes por haber estafado las arcas públicas. Pero, ¿y los ancianos?¿quien habla de ellos?¿quien va a pagar por la omisión de la obligación legal de "policía" de la Administración?.
Análogamente, el mismo criterio es aplicable en el caso de la anciana que fue encerrada en su casa. ¿nadie sabía nada?¿era el nieto ejemplar?. Esto suena a aquello de "Ha sido una sorpresa. Eran una pareja muy feliz. Y ahora ella está muerta degollada a manos de él". Siguiendo con el ejemplo, la anciana ha sido dejada en custodia de otra nieta. Es lo mejor, sin duda. Pero, deberíamos hacer algo más para que no se repita, ¿no?.
Nuestra sociedad está enferma. El Estado, a través de sus manos: la Administración pública, es el síntoma más destacable. ¿quien vela por nosotros?¿quien cuida de nuestros mayores?
Ahí queda eso amigos/as. Espero ser un poco más positivo la próxima vez.
Pues eso, sé más positivo. Si en este país se culpara a cada profesional que ha cometido una negligencia por delegar en otro, no habría hueco en las cárceles.
ResponderEliminarSé más positivo, y expón tu solución, que de eso se trata, educación, inversión, mayor profesionalización de las residencias, adquisición de competencias...
No sé, pero seguro que algo se te ocurrirá.
Hola amigo mío. De verdad cuanto me alegro de tu comentario. Estoy de acuerdo contigo, en parte. Esta entrada debe servir para que la gente se pregunte: "¡¡¡No me digas que esto está pasando!!!".
EliminarLa siguiente, haciendo gustoso caso a tu sugerencia trataré sobre las soluciones a implantar. Y mira que me fastidia hacer el trabajo de los políticos…
Un abrazo gigante
Enhorabuena Carmelo! Has puesto el "dedo en la llaga". En Castilla y León quieren corregirlo un poco, pero aún no ha llegado. No podemos asumir en las Residencias responsabilidades que no tenemos. La Residencia NO ES UN CENTRO SANITARIO... ES UN HOGAR.
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