Nuestros mayores: ¿Personas o pacientes?

No hace mucho un buen amigo biólogo me preguntaba acerca de ciertas "manías" que había visto entre, por ejemplo, las enfermeras cuando hacemos alusión a la dimensión holística del ser humano. A este respecto, este gran amigo (no es ironía) no terminaba de entender, me decía, el motivo por lo que una persona que se encuentre bien desde el punto de vista de su salud, mirada desde el prisma biomédico, no podía estarlo desde el punto de vista social. La respuesta como podéis imaginaros abarcaría una entrada de decenas de páginas, debido a su complejidad y a lo prolijo de la argumentación.
En primer lugar, empezando por lo sencillo, no podemos cuartear a la persona, si es que la queremos ver realmente como lo que es, es decir, una persona. El ser humano se compone por un crisol de dimensiones entre las que destacamos la biológica (que es a la que se refiere mi amigo en exclusividad), la psicológica, la social, y la espiritual, aunque otros autores incluso amplían más esta relación. Que duda cabe, que estas dimensiones de la persona se expresan y significan de manera conjunta, y al mismo tiempo se influyen entre si. Esta afirmación es esencial para poder entender a la persona humana. si no se parte de esta premisa no tiene sentido la "humanidad" del discurso. No podemos dudar que si una persona se encuentra ansiosa por un disgusto reciente su nivel de glucosa en sangre podría verse afectado pudiendo producir problemas moderadamente graves si esta persona es diabética. Otro ejemplo sería el efecto placebo, del que tanto se ha escrito (aunque no lo suficiente) y que no termina de tener una explicación meramente biológica. Otro ejemplo más podría ser los resultados de una de las líneas de investigación más actuales sobre la relación entre depresión y fibromialgia. 

Si bien lo anterior puede llevarnos a divagar si lo que se busca es una respuesta al gusto del biólogo, no podemos olvidar que desde el punto de vista ético, el ser persona humana requiere como condición sine quanon el asumir todas las dimensiones del ser humano, como humano, y no solo como un individuo de la especie homo sapiens sapiens. En este sentido, es difícil ver a nuestra prole solo como eso, es decir, nuevos sujetos resultado de la función procreadora de los progenitores, asemejándonos a  cualquier mascota. Es difícil asumir que el amor que nos han proferido nuestros padres y madres han sido el resultado exclusivamente de reacciones químicas dentro de nuestro cerebro. En este sentido argumentativo se decantan algunos neurocientíficos tal como es el caso del Dr Francisco Mora, o el mismo Eduardo Punset. El ser persona supone el no desgajar al hombre en partes inseparables, como es la biológica, tanto como la social, la psicológica y como no, la trascendental. De hacer lo contrario nos puede llevar a situaciones en las que no se respete a la persona, con la excusa, por ejemplo, de no ser útil como ser vivo. A esta argumentación recurrieron los nazis al poner en practica la eugenesia e incluso el transhumanismo.

Teniendo en cuenta esto, resulta difícil asumir que procurando solo un buen estado biomédico a una persona podamos procurarle bienestar. Esto me lleva de manera conclusiva al motivo de que esta cuestión le haya surgida al escuchar a enfermeras (por alusiones). Nosotras sabemos, que si bien hay enfermedades incurables (y por lo tanto desahuciadas desde lo biomédico), no existen los pacientes incuidables. Cuando no se puede hacer nada más por un paciente desde la medicina, el cariño, el afecto o el respeto son las herramientas con las que se intenta procurar una buena vida al paciente hasta llegar incluso a una buena muerte.

Recuerda querido amigo neo-positivista que la vejez no es una enfermedad, y que desde la biomedicina poco o nada se puede hacer por evitarla. Si bien los compañeros médicos geriatras desempeñan una labor extraordinaria atendiendo a estas personas el final del camino se intuye cada dia. He ahí también donde más se visibiliza el prisma holítico con que las enfermeras contemplamos a estas personas, que por ser viejos no son pacientes, son solo eso, personas. Esta situación no es rara verla descuidada cuando presenciamos escenas en las que por tener 80 años los ancianos parecen estorbar en los servicios de urgencias de algunos hospitales, pocos por suerte. O cuando les niegan medidas que benefician su estado nutricional, como es la instauración de una Gastrostomía Endoscópica Percutánea, cuando por tener Alzheimer ya no sabe masticar y tragar de manera eficaz, precipitando de esta manera situaciones de grave riesgo vital, que en no pocas ocasiones acaban con la vida del paciente-persona.
Para un neo-positivista el humano puede ser enfermo, es decir paciente, sin tener que recurrir al argumento de lo humano. Para los que defendemos la ética asistencial personalista el ser humano puede ser paciente, pero teniendo en cuenta que ante todo es persona humana, antes, durante y después de su estatuto de paciente.
La próxima vez que tu hija te abrace y te diga que te quiere mucho mucho, querido amigo neopositivista pregúntate si quien te abraza es una personita o solo un cuerpo humano pequeño desplegando reacciones adaptativas al entorno que persiguen la subsistencia a través del apego al congénere mayor (este eres tu entonces).
Ahí va eso...  

Comentarios

  1. Y sin embargo, se mueve... Eso es lo que dijo Galileo Galilei ante la inquisición.
    Yo como biólogo que creo en la persona, y creo en el espíritu, en Dios y en el cielo, me tengo que enfrentar a veces a la disyuntiva curamos la enfermedad o cuidamos a la persona. Sin embargo, yo no veo esa disyuntiva, no la entiendo. Yo creo que son indivisibles, no hay por qué descuidarlas. Por qué conflictos, abracemos lo cualitativo y lo cuantitativo y creemos un mundo de muchas facetas, olvidemos la visión unipersonal.
    Cuando mi hija me abraza, pienso que la quiero un montón, que es una monada, y que se me cae la baba con verla, sin embargo, inconscientemente (y ese es el problema), estoy creando una serie de neurotransmisores, uniones axionales y movimientos de componentes gliales que me están creando una emoción, lo crea o no lo crea. Por tanto, debo dejar de emocionarme porque me abracen?, debo dejar de crear neurotransmisores y conexiones que creen recuerdos?

    Como comentó Joan Font, "el Alzheimer empieza cuando dejas de sonreír, la vejez cuando dejas de amar y la muerte cuando dejas de soñar", pero aunque tenga razón, el Alzheimer empieza cuando una proteína denominada beta-amiloide interacciona con otras proteínas similares para formar unas placas que destruyen la masa neuronal. Entonces mi pregunta es, debe limitarse una enfermera a cuidar a esa persona? por qué no intervenir en los procesos de desarrollo de técnicas curativas?
    Esto es simplemente una opinión de un biólogo que sinceramente admira al colectivo de enfermeros, porque tengo la suerte de conocer a unos cuantos y de ser amigo de unos pocos.
    Por cierto, mucho ánimo y sigue escribiendo en el blog, que siempre es un placer leerte.

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    1. Hola Juanjo. Que alegría poder tener amigos con quien hablar de cuestiones tan importantes. Antes que nada me haces una réplica muy sugerente a algunas argumentaciones por mi realizadas, que no pueden quedar exentas de ciertas contra-réplicas (jeje). Me niego a admitir que una verruga es una persona, de la misma manera que me niego a admitir que los genes son las personas, que es lo que defiende Dawkins. En este sentido, lo que nos diferencia a las personas del resto de vivientes en este planeta es la autoconciencia del yo. Esto que otros de forma simplista atribuyen precisamente a la inteligencia derivada de la interconexión neuronal de manera dogmática, se contrapone con el planteamiento no menos dogmático, pero exento de intereses particulares, de otros que consideramos la existencia trascendental y ontológica del ser humano que nos permite atribuir un significado y un sentido a una vida que otros por ello consideran incompleta. Una de mis mejores tardes fue la que leí "El gran diseño" de Hawking; casi al final en un párrafo en la página izquierda admite con cierta resignación que las leyes naturales están tan bien articuladas entre si que dejar su ajuste tan fino a la casualidad no parece ser una opción tan buena como pensar en la posibilidad del gran diseñador, lo cual comparto totalmente.
      Al final de una bonita introducción, me haces dos preguntas concretas, entiendo.
      La primera es si una enfermera debe limitarse a cuidar a una persona. Ante esta cuestión mi argumento es más bien concreto cual contundente: No considero que las enfermeras estemos incompletas cuidando "solamente" a las personas. La labor de cuidar es trascendental, más que técnica querido amigo. Saber cuidar es "un arte". Esto que parece una obviedad es precisamente lo que nos diferencia de otras disciplinas psicosociales y sanitarias. Aprendemos de manera científica que el tacto, el coger la mano de un moribundo, no solo es un gesto amable sino UN CUIDADO. A este aprendizaje le añadimos lo que otros refieren como vocación profesional, que yo sintetizo en perfecta empatía con el otro, el de enfrente, ya sea el paciente o su familia. Tengo una amiga que una vez me preguntó como me podía gustar tanto un trabajo en el que estamos acompañados diariamente de dolor y sufrimiento de los otros. Te reconozco que en ese momento no supe que responder; necesité meditar la pregunta pero más si cabe la respuesta. Hay personas con más capacidad de ayudar a otras de manera directa, que anteponen a la persona a la herida o a la enfermedad que padece. y esto no es una critica a otras profesionales, eh? que luego saltan los grillos!!! Es simplemente que hay personas con unas capacidades, además de conocimientos para ponerse delante de los sufrientes, de los pacientes.
      Respecto a la segunda pregunta, creo que no conoces tan bien la disciplina enfermera como pensabas. Las enfermeras también investigamos, pero a diferencia de los enfoques exclusivamente empíricos o positivistas también lo hacemos ahondando en las humanidades, en los social. Hemos sido enfermeras las que hemos empezado a alimentar con biberones a ancianos demenciados con retrogénesis como alternativa temporal a la instauración de una sonda nasogástrica. También las enfermeras nos preguntamos las ventajas de los verticalizadores, tan poco utilizados en nuestra disciplina, para mejorar el estado cognitivo de los pacientes y con este su autonomía en las actividades de la vida diaria. comparto contigo que nos falta todavía, como disciplina, en general más profundización en la metodología de investigación, pero ello no excluye la capacidad enfermera de relacionar hechos, que es lo que el fin y al cabo hace la investigación positivista.
      No se esto responde tus preguntas, pero de todas formas me ha gustado el debate. estaré encantado de seguir con el mismo de seguir si así lo estimas a oportuno.

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  2. Carmelo está muy bien, me ha gustado mucho

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  3. Aristóteles dijo que el todo es más que la suma de las partes y haciendo mía esta reflexión, es la forma en la que entiendo a los seres humanos. Es decir, una persona es el conjunto de su componente físico/biológico, su esfera psicológica, social, espiritual...y todas estas esferas están relacionadas entre sí. Por ejemplo: una fractura de fémur no es únicamente un hueso roto. Puede ser el final de la vida independiente de una persona mayor, causa de institucionalización, de muerte, de problemática familiar, causa de incertidumbre sobre el pronóstico y evolución. Por no centrarme solo en personas mayores, en un adulto la fractura puede suponer el fin de la vida profesional, de una actividad deportiva. Teniendo en cuenta a la persona en su conjunto y su voluntad, se llevará a cabo una determinada opción terapéutica.

    Por lo tanto respondiendo a la pregunta que da título a esta entrada para mí "nuestros mayores" son personas, personas que pueden pacientes, residentes, usuarios de nuestros servicios, clientes u otras consideraciones pero ante todo personas.

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