Los olvidados

Durante este fin de semana he podido ser testigo de las noticias sobre las propuestas y protestas que los representantes del CERMI han hecho firmes ante la Administración, más o menos ruidosas, espectaculares, respecto a la continuidad sobre la preferencia en los cobros de las retribuciones en concepto de "dependencia", entre otras.

Ha sido realmente impresionante y emocionante el enorme número de apoyos que han recibido de otras organizaciones y medios de comunicación. Hasta la propia Ministra de Sanidad y Política Social se ha comprometido a liquidar desde las Administraciones autonómicas las cantidades económicas que les corresponde a los miembros del CERMI de manera prioritaria. Han conseguido grandes cosas, esto no hay quien lo rebata. Mi enhorabuena sincera por ello.

Pero no todo son alegrías, desde mi punto de vista, claro. Asusta un poco pensar que la fuerza de unos pocos puede influir en las decisiones de los de arriba. Esto puede significar que solo los que son capaces de captar la atención de los poderosos serán los determinantes de los cambios.
Pero ¿qué pasa con los que no tienen esa capacidad de reacción que han tenido los del CERMI? Esto es lo que pasa con los ancianos, y dentro de este gran segmento poblacional aquellos que viven en situaciones especiales como es una residencia de ancianos. En los últimos meses estamos siendo testigos de como algunas medidas de la Administración Pública están mermando los derechos básicos de algunos ancianos. El co-pago de los servicios sociales, o mejor dicho, las fórmulas diseñadas para calcular dicho co-pago, injustas desde su concepción, están haciendo que no pocos ancianos que han sido beneficiarios de servicios por la "dependencia" tal como la residencia, los deban abandonar por imposibilidad de hacer frente a las cuantías que les impone el recálculo del co-pago. El otro día fui testigo de como una anciana le decía a una trabajadora social de una residencia lo siguiente: "vine aquí por no tener dinero suficiente para mantenerme en mi casa, enviada por la trabajadora social del Ayuntamiento, en una plaza pública, y ahora debo volver a mi casa, por no tener dinero para pagar mi parte de la plaza de la residencia, ¿alguien puede explicarme esto?". Esto lo decía llorando y con voz desencajada. Ancianos que van en silla de ruedas, o que están sufriendo los estragos de una demencia, o que padecen las secuelas de un ACV o adicciones, son los residentes mayoritarios de una residencia. ¿Alguien se los imagina por la Gran Vía con pancartas y pegando gritos de protesta?. Yo no. Entonces, si ellos no tienen capacidad para tomar este tipo de determinación ¿no debería alguien ayudarles a ello? A reclamar lo que les corresponde por naturaleza.

Este tipo de discurso hace que actualmente estemos contemplando como situaciones tales que la odiada crisis esté sacando lo mejor y lo peor de cada una de las personas, pero también de las organizaciones. Parece como si "lo social" se haya desglosado en sectores, y que cada uno de estos se busquen las habichuelas por separado. No entienden que lo que hace potente y temible a la fuerza de lo social es la unión de todos los sectores, los discapacitados, los ancianos, los niños, las mujeres, etc.
Si bien el CERMI ha conseguido ganar una batalla, su batalla, el resto de los que están en el mismo plano social han perdido la guerra. Y esto lo hemos visto, lo hemos aplaudido y lo hemos animado muchas personas. No hemos entendido que hemos dejado que ocurra eso de "desvestir un santo para vestir otro".

Si a partir de ahora los pagos a los discapacitados del CERMI son prioritarios, ¿significa eso que los pagos a los ancianos, o a los niños, o a las personas en riesgo de exclusión social, no lo son?
Quizás deberíamos preguntárselo a la anciana que a estas horas debe estar en su casa de nuevo, en condiciones insalubres porque ahora ya no puede pagar ni la residencia. ¿Os acordáis de esta anciana? No me extrañaría que no os acordarais. Probablemente ha pasado a formar parte del grupo de los olvidados. Del grupo al que antes o después incluirán a nuestros padres y abuelos, y dejando pasar algunos años más, a nosotros mismos.

Comentarios

  1. COINCIDO TOTALMENTE, hace poco oí a un político decir tranquilamente, que el atiende en su despacho, escucha y ayuda en lo posible a todos aquellos ciudadanos que van a solicitarle ayuda..., esto me recordó la famosa frase: "el que no llora no mama", y me pregunte ¿Que sera entonces de todos nuestros mayores?, que llevan luchando toda la vida. Nuevamente enhorabuena por el blog, saludos
    IsaMS

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  2. Esta situación del copago en las residencias nos esta afectando y mucho, emocionalmente hablando, el que tengas que ir familia por familia informándole de que "este mes no tienes paga extraordinaria" es fuerte.
    Llegan estas fechas que son tan entrañables y utilizan ese dinero para comprar regalos o simplemente para pagarse algo de ropa y dejar algo de ahorros por si acaso.Es que te dan ganas de llorar, a eso le sumas el pago de sus medicamentos las familias te dicen "estas toda una vida trabajando, ¿para esto?".
    Pero lo más triste de todo es que esas personas mayores en residencias no van a salir a la gran vía, y más triste todavía es priorizar unos gastos sociales y otros no, ¿por qué? La unión hace la fuerza pero las personas que no pueden hacer unión, por algo será, ¿no? Será porque no pueden.
    Enhorabuena por este post, me ha gustado bastante y le daré bastante difusión, estas diciendo una verdad muy grande.

    Un saludo
    Conchi Martínez

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  3. Algo parecido ocurre también en los centros de día pues hace unos años las familias traian a su familiar para poder ir a trabajar; actualmente se han visto obligados,en muchos de los casos, a volver a llevarlos a sus casas porque muchos de ellos han dejado de trabajar y como ahora les toca pagar una parte del servicio (el famoso co-pago)con la pequeña paga del abuelo pueden ayudar en la economía familiar. Entonces yo pienso en lo que me costó de convencer a la familia los beneficios del centro, la importancia de estar con gente de su misma edad y con profesionales exprtos en su patología, el respiro familiar....es triste que con unas decisiones tomadas en un despacho lejos de mi trabajo echen por la borda lo que a mi tanto me ha costado conseguir, convencer y demostrar a esos familiares la importancia de nuestro trabajo en los centros y por ende en las residencias, para la salud y el bienestar de sus abueletes.
    Creo que es importaten seguir trabajando en la misma línea que lo hemos hecho hasta ahora.

    Anhorabuena por los artículos de este blog, unos más otros menos, todos te hacen reflexionar y eso es algo que con la prisa del día a día se nos olvida.
    un saludo
    Susi

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  4. Hoy en día compartimos un mismo pensamiento:" luchar". Luchar por nuestros derechos y libertades, pero lo hacemos individualmente o por colectivos, y es nuestro error. Debemos hacerlo conjuntamente, todos somos los afectados ( niños, discapacitados, sanitarios, mayores, parados...), juntos podremos conseguir algo, nos escucharán.
    Y nuestros mayores especialmente son los olvidados de esta sociedad. Quizás porque su esperanza de vida es inferior, ¿pero es que no tienen derecho a vivir los años que les queden tranquilos, sin preocupaciones económicas? Simplemente poder vivir, tener un techo, alimento, vestido y unos servicios para cuidar de su salud. Salud mermada por sus años y años de duro trabajo, por luchar porque sus hijos tuviesen un futuro. Y ahora no solo ven que sus hijos están sufriendo, que el futuro que les prometerieron se esta desvaneciendo, sino que ellos mismos son los más perjudicados, que no pueden hacer frente ni al pago de sus propias medicinas en muchos casos y que su situación causa más intranquilidad a su familia.
    Que muchos decidieron vivir en una residencia para darles ese respiro a su familia, porque necesitaban un grado de atención que sus hij@s no les podían ofrecer, porque económicamente no podían mantenerse; y que ahora tengan que abandonarla me parece vergonzoso y una forma de mermar más su autoestima, su integridad. Un retroceso en la evolución de la sociedad, retroceso de todos nuestros derechos.

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